Las tripas conformarían el último de nuestros grupos. Los intestinos se suelen utilizar principalmente
En España durante el año 2003 y según la Asociación Nacional de Empresarios de la Casquería y Productos de la
La carne, ya sea de vacuno, cerdo o cordero, constituye una de las principales fuentes de proteínas de las
que dispone el ser humano. Su consumo varía en función de las costumbres de cada país, pero tomar carne tres veces a la semana es casi una norma de
obligado cumplimiento en una dieta equilibrada. Aunque existen otras fuentes de proteínas: lácteos, huevos,
pescados y de origen vegetal, como por ejemplo, las legumbres,
las de la carne son de la mejor calidad biológica, ya que contienen ácidos aminados que contribuyen
a su asimilación. Los especialistas en nutrición consideran que la carne es un alimento protector
por su capacidad para mantener y acentuar la vitalidad del organismo.
Es una técnica que se emplea para dar jugosidad a aquellas piezas que pueden resultar algo secas.
Se cortan tiras finas de tocino de jamón o tocino de cerdo ibérico, de unos 6 mm. de ancho por 5 cm. de largo.
Se pasan por el ojo de una aguja larga con la punta curva o, en su defecto, una aguja curva de tapicero.
Se introduce en la carne a 1 cm. de profundidad y se saca a unos 2 cm. del lugar en que se pinchó,
dejando la tira de tocino dentro de la carne con los extremos sobresaliendo a ambos lados de la puntada.
También se puede envolver la pieza con tiras de tocino, posteriormente se ata y se asa entera o
se corta entre las cuerdas para obtener filetes de unos 3 cm. de grueso,
como en
el caso de los turnedós, que se hacen a la plancha.
Consiste en introducir en la carne tiras de tocino, beicon o jamón, e incluso chorizo,
para aportarle sabor y jugosidad.
Para ello se utiliza una aguja mechadora, que consiste en un tubo hueco en el que se introducen
los ingredientes para mechar y que tiene en el extremo próximo al mango un pequeño émbolo que,
una vez introducida la aguja dentro de la carne,
empuja el relleno al tiempo que se va sacando la aguja. La carne tendrá mejor aspecto y resultará más
sabrosa
si se añade al mechado unas ramitas de perejil. Una vez mechada
la pieza, se ata y se guisa normalmente.
Se calienta el horno de 180 ºC a 190 ºC, según el tamaño de la pieza. Una vez limpia, sazonada y atada,
se dora por todos lados sobre el fuego vivo, se introduce en el horno y se baña varias veces durante el asado
con el jugo que va soltando. Para que éste no se requeme se añaden cascos de hortalizas, que irán soltando su jugo,
y cuando empiecen a tostarse, se riega con el vino, jerez o lo que indique la receta. Se quita la cuerda y se
deja reposar la carne antes de trincharla. Generalmente, los asados de vacuno se trinchan y se sirven fríos,
con la
salsa caliente.
Se aplica a las piezas nobles, como el solomillo, y es considerada una preparación de alta cocina,
ya que resulta laboriosa pero de resultado espectacular. La carne se asa con antelación, según la técnica que se prefiera,
o bien se dora solamente, si gusta poco hecha, y se deja enfriar. Antes de envolverla en la masa se suele untar
con mostaza, paté o una mezcla de setas y jamón salteados y muy secos, aunque este paso no es obligatorio,
ya que es suficiente con salpimentarla. Se extiende la masa de hojaldre o quebrada sobre la superficie de trabajo
(si lleva relleno se pone éste sobre ella) y se coloca encima la carne, se enrolla, humedeciendo los bordes
para que
se sellen, y se pinta con huevo batido y se pincha antes de
introducirla en el horno, a unos 190 ºC.
Esta técnica se utiliza para elaborar caldos, en cuyo caso suele emplearse vacuno, o para cocer carnes.
En el primer caso, el objetivo es que la sustancia de la carne pase al caldo; en el segundo, al cocer la carne
en un buen caldo, ésta mejora su sabor. Si se va a consumir la carne cocida hay que preparar primero
un buen caldo por el método tradicional, poniendo huesos y algo de carne de morcillo o pollo, verduras y
un ramito de hierbas aromáticas (tomillo, laurel y perejil) en agua fría. Se lleva a ebullición y, cuando rompe el hervor,
se baja el fuego y se va retirando la espuma a medida que aflora a la superficie.
Tras 1/2 hora de cocción, se aromatiza con un vaso de vino blanco. Se introduce la carne en el caldo muy
caliente, se sala, se lleva a ebullición y luego se baja el fuego para continuar la cocción hasta que esté tierna.
Si lo que
se quiere es extraer el jugo, se pone la carne en agua fría como
se ha indicado para la preparación del caldo.
Se coloca la carne en el compartimento perforado de la vaporera y éste sobre el compartimento inferior,
con agua hirviendo a la que se habrán incorporado algunas verduras. Se tapa y se cuece hasta que la
carne esté tierna. Se trocea y se adereza al gusto. Si la carne es muy tierna, unos granos de sal gorda,
un
chorreón de aceite de oliva virgen y una pizca de pimentón es
suficiente aderezo.
Se calienta un fondo de aceite de 1 cm. en una sartén y se dora la carne salpimentada por ambos lados.
Se saca
con ayuda de una espumadera, se escurre el exceso de grasa y se
sirve.
Se utilizan filetes finos. Se sazona la carne, se pasa por pan rallado y huevo batido y se fríe en
aceite
suficiente para cubrirla.
La carne, previamente troceada, se salpimenta y se dora en el aceite que indique la receta, o unas 8 cucharadas
de aceite para 600-700 gr. de carne. Se agregan a la cazuela cebolla, ajo, puerro, zanahorias o las hortalizas
que se deseen y, después de rehogarlas un poco, se añade un vaso de vino blanco o caldo. Se cuece a fuego
lento hasta que la carne esté tierna, agregando caldo si fuera necesario durante la cocción.
Se suelen
añadir patatas fritas a cuadraditos en el último momento.
especialmente sabrosos la pierna y el
costillar de cordero. La primera se deshuesa sin abrir la pieza (lo hace el carnicero) y el hueco resultante
se rellena con la farsa elegida (setas y mollejas, jamón picado, pimiento,...). Se cosen las aberturas para
impedir que salga el relleno y se asa normalmente. En el caso del costillar hay que raspar la carne de la
punta de las costillas y volverla hacia abajo, luego se coloca el relleno entre el lomo y la carne desprendida del hueso,
se cose para evitar que salga el relleno, dejando colgar los extremos del hilo, se sazona y se asa.
Una vez asado según la receta elegida, sólo hay que tirar del hilo antes de trinchar la carne.
También se puede pedir al carnicero que deshuese el costillar, para rellenarlo,
coserlo y
atarlo como si se tratase de una aleta.
Dorar la carne y un diente de ajo en el aceite caliente al mismo tiempo y, una vez dorados,
añadir otras hortalizas, como puerro y zanahoria, bañar con el vino y tapar con rapidez lo más
herméticamente posible para que el vapor del vino y el jugo de la cebolla conserven cierta humedad.
Bajar el fuego y dejar que se haga hasta que esté tierna, regándola de cuando en cuando con su jugo.
La carne se corta en lonchas y la salsa se pasa por el chino, se arregla si es necesario (trabar o consumir,
según el
caso) y con ella se riegan ligeramente las lonchas. El resto se
sirve en salsera aparte.
Es una alternativa a los asados tradicionales y la fórmula perfecta para preparar la carne de cerdo,
ya que no aporta grasa y el lomo queda jugoso y tierno. Resulta mejor si se deja reposar varias horas
después del asado. La carne queda tan sabrosa que no necesita salsa, pero si se quiere se puede servir con
mayonesa o vinagreta y una ensalada. En una fuente de horno se pone una capa de sal de unos 3 cm. de grosor
y se aplana. Se coloca encima la pieza de carne, y se mezcla el resto de la sal con la clara de huevo a
medio batir y, si hiciera falta, con unas gotas de agua para que sea más fácil de manejar.
Cubrir la pieza de carne con esta sal, presionando contra la carne para que se acople a su forma.
Introducir la fuente en el horno y hacer según el peso de la pieza de carne o hasta que se resquebraje la sal.
Golpear la corteza de sal, quitarla como si fuera una escayola y sacar la pieza de carne.
Tirar la
sal y trinchar la carne en lonchitas finas y servirlas como un
asado normal.
Pintar la carne con aceite y sazonar. Calentar la parrilla o sartén de hierro y, cuando esté muy caliente
y empiece a humear, poner encima la pieza de carne y cubrir la parte superior con sal gorda.
Pasado el tiempo necesario, quitar y tirar la sal, darle la vuelta y hacer el otro lado, cubriendo la parte
dorada con sal. La razón por la que se cubre con sal la cara que no está en contacto directo con el calor
es que los jugos acudan a esa zona y no se escapen de la carne. El tiempo dependerá del grosor de la pieza.
Como regla general, de 7 a 10 minutos para 500 gr. de peso, o algo más si gusta muy hecha.
Cuanto más grande sea la pieza, más debe alejarse del fuego o más flojo debe ser éste,
para
evitar que se queme por fuera y quede cruda por dentro.